Que esta vida nuestra está llena de agujeros


Que este Samsara budista que nos tiene atrapados está repleto de agujeros de acceso a ese Nirvana que creemos inalcanzable.

Que esta vida nuestra a la que hemos llegado tras ser expulsados del Edén por siempre anhelado de los cristianos...

Que esta vida sin sentido del universo del escépticismo... está llena de agujeros con acceso al sentido.

Que esta vida loca de mi tocayo Céspedes... con su loca realidad....

Agujeros, agujeros por todas partes.

Agujeros por todos lados.

viernes, 26 de febrero de 2010

EL CIELO ESTÁ ENLADRILLADO

El cielo está enladrillado, quién lo desenladrillará, el desenladrillador que lo desenladrille buen desenladrillador será.

Catedral de Granada, enero 2010
Cuando a un niño en el colegio le invitan a leer este trabalenguas que se presenta con dibujito ilustrativo de un cielo, ese Cielo, enladrillado... ese niño no puede obviar la imagen.

Ese Cielo símbolo de libertad, de amor, de paz, de Dios... de ese Dios que le fascina, del que le han hablado y al que cree escuchar de cuándo en cuándo, ... está enladrillado.

Esa piel externa que me conecta con el Todo. ¿Quién lo desenladrillará? … ¿Habrá alguien que lo desenladrille?

Pero niño! ¿Quieres leer el trabalenguas?...

El desenladrillador que lo desenladrille... buen desenladrillador será. …. O sea, habrá desenladrillador... y varios, porque al menos uno de ellos, lo desenladrillará.

 Valencia, diciembre 2009.

Me acuerdo estos días de mi primera compañera de viaje, Isabel... de adolescentes discutíamos sobre si yo era poco realista o muy optimista... o era ella muy realista o muy pesimista... En una acampada, delante de la hoguera, haciendo “revival” de nuestras respectivas canciones infantiles... descubrimos una en común: La del barquito.

La cantamos juntos: “Había una vez un barquito chiquitito, había una vez un barquito chiquitito... que no podía, que no podía, que no podía navegar. Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas. Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas. Y aquel barquito, y aquel barquito, y aquel barquito na - vegó (canté yo) ufragó (cantó ella)

La miré pasmado mientras ella sonreía.... Primero pensé que estaba bromeando con nuestro tema de siempre, pero no, cantaba según la recordaba.. Después pensé que se había dado cuenta, y de ahí la sonrisa,... pero no. Sonreía por lo divertido de estar cantando juntos... Al ver mi cara de asombro, reaccionó... y le señalé la diferencia entre navegar y naufragar.

Jardines de la Alhambra de Granada, enero 2010

Es lo de menos si se la enseñaron así, o si la había adaptado …. tanto monta.

Un niño muy optimista al que se la hubieran enseñado con “naufragó” la habría adaptado sin apenas darse cuenta a “navegó”... No es tan importante de a dónde venimos, sino hacia dónde vamos... aunque es cierto que hacernos conscientes de dónde estamos, ayuda a impulsarnos hacia donde pretendemos navegar con fluidez y congruencia.

De hecho, me inclino a deducir que cuando estamos claros de consciencia, podemos observarnos sin juzgarnos,.... la simple observancia en el aquí y ahora de la mínima sombra,... restaura el sistema y volvemos a fluir sin esfuerzos ni pretensiones de cambios.

Imagino el cielo como ese magma que contiene a nuestro planeta y al resto... a nuestro sistema solar y al resto... al Universo.

De la misma manera, imaginándome que cada ser humano es como un planeta.... ese cielo sería el aire y todos los elementos que rozan cada una de las pieles de cada ser humano y de cada uno de los seres...

También habría cielo entre todas nuestras voces internas e impulsos vitales de miedo, de amor,...

Pensamientos, sensaciones, estado físico, actitud, predisposición.

Sea porque nos lo enseñan, porque lo aprendemos, porque lo conservamos o porque los creamos.... hay muchos muros de ladrillos u otros materiales, en cualquiera de los cielos... muchos cielos enladrillados.

Constantes retos para el fluir del Universo. Muros que no vemos, muros que nos impiden ver.

Y miedo. Mucho miedo para abrir los ojos.

Se trataría de empezar por ahí.

Granada, enero 2010. 
 
Por cierto, que no he acabado la canción del barquito.

“Y aquel barquito, aquel barquito, aquel barquito navegó... Y si esta historia os parece corta, volveremos, volveremos a empezar”...

O sea como un mantra, como una oración, como una plegaria,... que no tiene fin, y se repite una y otra vez....

Moraleja: Habrá que revisar todo lo que nos cantamos ;-) para al menos no seguir enladrillando el cielo.